Ads by Viator

Ads by TravelPayouts - Aviasales

Ads by Travel Payouts Get transfer

Ads by Travel Payouts Intui Travel

Ads by Travel Payouts Kiwi

Busque en este Blog o en la web

Noticias de Bolivia - Reciente - Google Noticias

Futbol de Bolivia - Google Noticias

Ads by CJ - eDestinos

Ads by TravelPayouts - Aviasales

Sucre de antaño

Esta nota periodistuca fue publicada por el periodico Página Siete  el dia 22 de Noviembre de 2015 en la revista Miradas  emn la página 17

El abogado y psicólogo de la Universidad San Francisco Xavier, Gonzalo Valdez, cuenta cómo el profesor Saturnino Rodrigo describe a esta ciudad mágica en la década de 1910.


En 1982 aparece en la Biblioteca Popular Boliviana del periódico Última Hora una novela del profesor potosino Saturnino Rodrigo, ya maduro, titulado La espera inútil y dedicada a la luminosa ciudad de Sucre, de la cual siempre estuvo enamorado. Sin personalizaciones, apegos ni sindicaciones y, sobre todo, con gran cariño, muestra la vida de la clase alta chuquisaqueña en 1913, sin duda, a partir de su propia experiencia.

 Relata con memorias palpitantes, sinceras, cariñosas, respetuosas, a una ciudad mágica, con un ambiente reposado y original, enorgulleciéndose de su prestigio académico estudiantil confirmado por su nueva Escuela Normal. Su dinámica social sigue siendo fuertemente estamentaria y caballeresca, influida por el legado neoclásico (muy fuerte en América entre 1880 y 1930), que es percibido por sus moradores temporales, los estudiantes foráneos (como Rodrigo).

 La vida de la clase alta iba paralela al calendario pastoral, exigiendo un comportamiento particular con amplia demostración de etiqueta.

 Las convenciones sociales de foráneos y capitalinos son referidas por Rodrigo en su novela, llena de añoranzas, enamoramientos y remembranzas de su difícil proceso de posicionamiento social, que una vez adquirido se hace espléndido. También muestra pesares, amarguras, arrepentimientos y deslumbramientos, en otras, confundidas en sátiras, literariamente logradas, pero con nubladas impresiones de la misma. Así encontramos la memoria de un alumno potosino de las primeras promociones de la Escuela Normal, que percibe de forma dinámica y optimista las impresiones de universitarios y normalistas acerca de los ritos de enamoramiento y de participación en la política. Sus impresiones pueden servir ahora de maravilla al análisis sociológico de la sociedad de la época.

 A manera de estructura y armado de la trama, los episodios de la misma transcurren a lo largo de un año, de enero a diciembre, donde se suceden escenas familiares, afanes caballerescos, amores y tragedia, en un medio exigente y protector.

 El protagonista se mueve de la calle de Calixto hasta la plaza de toros, zonas de inquilinatos, del río Quirpinchaca, de quintas, el centro con su emblemático Club de la Sabiduría, el ineludible bar de Villalpando -el Montecarlo criollo- del Prado hasta el barrio de San Roque -el Montmartre local- de distendio y olvido, además del indiscutido centro: la plaza principal.

Muestra festividades como el Carnaval, con cuatro días de disfraces, chauchitas, confites, de verdadera juventud, "sin maledicencia, sin prejuicios”. Hasta bien tarde los "kalas”, que de día habían luchado ardorosamente ante balcones, rosas, cascarones y cántaros, daban rienda suelta a la alegría, al amor, a la riña, al placer en ocasos acompasados del "lamento de guitarras, el sollozo de las arpas y el plañir de los armonios” que saturaban de chicha y singani.

La cuaresma de nardos, sobre todo nardos dobles y hasta triples, retretas a la luz de la luna, muestras de espiritualidad, de sumisión religiosa, recogimiento, hálito piadoso de la exquisitez del alma de sus contertulios. Vísperas de conmemoraciones cívicas, el trabajo de un "joven bien” en un banco y el cultivo de sus talentos artísticos en un circuito literario, con sus poetas malditos, pero poetas, no remedo de tales.

 La orquesta filarmónica, sus directores, su diversidad de ensayos para la "fiesta mayor y más artística con motivo de la celebración del 25 de Mayo”. En la filarmónica, esencia de la intelectualidad sucrense, se preparan las galas de la gloriosa fecha, en la que destaca el Baile concierto, al que acudía no sólo lo mejor del mundo artístico, sino también del mundo social.

 Romances fortuitos, aventuras acompañadas de un caballo lustroso al paso de pasacalles ante balcones y ventanales, en caballerescos e invernales escarceos. Sucre presumía de la juventud estudiosa que acudía desde los cuatro puntos cardinales del país. Escuelas, colegios, universidad y escuela normal, visitantes que un día llegaban y otro partían. Alboroto, carcajadas, música en el fondo de callejones, en busca del olvido.

 En verano, la temporada de "baños”, balnearios, huertos, campiñas, desde la Prosperina, Yotala, Ñujchu hasta Cachimayu, mientras la ciudad quedaba sumergida en el silencio, vacía, tanto, que hasta en la plaza se "hace ruido”. Haciendas, sicuris que sonaban en las montañas, conciertos de composiciones nativas, fiestas, brindis de un pasado remoto que sólo algunos ancianos pueden ahora recordar.

Ads by Mi nube

Ads by Gets Your Guide

Ads by Travel Payouts Hotel Look