Luis Escobar / Sucre
La huella de 1,15 metros de un Terópodo Abelisaurio -muy parecido al Tiranosaurio rex- asombró a paleontólogos por ser la más grande del mundo. La marca de hace 80 millones de años hoy puede ser apreciada por cualquier turista que se aventure a un viaje de cuatro horas y una caminata desde la ciudad de Sucre.
El viaje comienza en la ciudad de Sucre por el camino pavimentado hacia Ravelo, luego se debe desviar por una vía de tierra hasta la comunidad de Potolo. En el camino, se levanta la Capilla de piedra dedicada a la Virgen de Chataquilla cuya fiesta se realiza cada 15 de septiembre; y también se recuerda que en este sitio Tomás Katari fue herido de muerte.
El Terópodo de grandes patas, cabeza enorme y dientes afilados dejó su huella de 1,15 metros |
El camino serpenteante de tierra desciende hasta poder apreciar el “Cráter de Maragua. Esta abertura tiene un diámetro de aproximados cuatro kilómetros y presumen que se habría formado por el impacto de un meteorito. En medio se instaló la cultura Jalqa.
La travesía continúa hasta llegar a la comunidad de Potolo donde se edificó el “Centro de Interpretación del Tejido. En el lugar, maniquíes muestran a los turistas la forma en que los comunarios hilaban y tejían su vestimenta típica. Este espacio, además, presta cobijo hasta 25 personas, es administrado por los comunarios y tiene las primeras huellas de dinosaurios en piedra.
Las huellas de dinosaurios
El viaje continúa hacia Chulpas y los vehículos, incluso los de doble tracción, se quedan en este lugar. Es ahí donde la travesía a pie comienza a través de un sendero sinuoso lleno de rocas desprendidas, filosas por hora y media aproximadamente hasta llegar a Niñu Mayu (Río del Niño).
En lo alto del cerro, se pueden apreciar las centenares de huellas que dejaron especies como los Saurópodos animales herbívoros con cola y cuellos gigantes que les permitían alcanzar las hojas más altas, de ornitópodos más pequeños y de gran velocidad, de anquilosaurios con una coraza cubierta de varios cuernos para defensa personal y un ceratópodo que es de la familia del tricératopo de tres cuernos.
Los descubrimientos comenzaron a partir de 1995 y se sumaron otros en 1998 hasta volver a Chuquisaca en el reservorio de huellas más importante de la región. Estas se quedaron plasmadas en el barro y luego de millones de años se fueron petrificando y cubriendo con tierra. Ésta última capa se desprendió para dejar ver estas imponentes marcas.
En este lugar, se halló la marca del Terodópodo de grandes patas, cabeza enorme y una mandíbula llena de dientes afilados que dejó la huella de 1,15 metros y se la considera como la más grande del mundo. El reciente descubrimiento se halla en medio de centenares de huellas que dejaron dinosaurios en al menos 12 kilómetros de largo.
A diferencia de las que se preservan en el parque Cretácico de Sucre; que se encuentran con una inclinación entre 50 y 55 grados; las huellas del sector de los Chulpas están a 15 grados lo que permiten apreciarlas de mejor forma. “Están cerca, pero recomendamos a los turistas no tocarlas para mantener la figura original, declaró el director de Turismo de la Alcaldía de Sucre, Juan Carlos Daza.
Por lo alejado del lugar, el funcionario recomendó a los turistas visitar la zona con un guía especializado. “Lo recomendable es contratar una agencia para tener un guía, transporte y todo lo necesario. En Sucre hay diferentes ofertas y varían entre ellas, explicó.
La Alcaldía informó que los investigadores bolivianos, además, descubrieron muy cerca de Nuñu Mayu un posible nido o al menos, una concavidad donde los dinosaurios se revolcaban. A esta conclusión llegaron por las las marcas de las garras que dejaron alrededor y en la que se puede apreciar la de una cría de anquilosaurios.
En la comarca conocida como “Qellu Qhata (Bajada amarula), se encuentran a simple vista restos óseos de cocodrilo a nivel del suelo que no fueron extraídos para evitar conflictos con los ayllus, informó el director de turismo de la alcaldía de Sucre, Weimar Ramallo.